Jueves 18 de diciembre del 2014
Había
una vez un pájaro que se cayó de su jaula. Como no podía volar, le llamó
llorando a su madre. Ella no le contestaba, ya que se había ido lejos a buscar
comida. Como su madre no le podía atender, el pájaro echó a volar hasta llegar
a las profundidades del bosque. Estaba oscureciendo, era otoño.
El pájaro se sorprendió al ver tantas
variedades de árboles. Quería pasar la noche en alguna de sus ramas. Nadie
quería pasar la noche con él. Cada uno
se inventaba su propia excusa con tal de no acompañarle. Por ejemplo, el roble
decía que al día siguiente empezaría a cantar y que no le iba a dejar dormir.
El haya decía que le iba a comer las semillas y que se iba a quedar sin ellas,
y el fresno tres cuartas partes de lo mismo.
Apareció el pino y le vio al pájaro
llorar. Por qué lloras le dijo. El pájaro le contesto:
porque nadie quiere pasar la noche conmigo. Si tú pudieses darme un cobijo para
pasar la noche te estaría muy agradecido.
Como el pino era tan bueno, le dejó
construir su nido. Al rato vino el duro invierno y dijo: Ja, ja, ja… soy más
fuerte que el sol y la luna. Os voy a dejar sin hojas. Y así fue. El invierno
se rio del haya, del fresno y del roble. Solo le quedaba por deshojar al pino,
pero el pájaro le suplicó al invierno que no lo hiciese, ya que el pino era tan
bueno que le había dado cobijo.
De esta manera el invierno deja sin hojas a los
árboles, salvo los pinos que permanecen con ellas.
Hasta pronto amigos.
Buena historia, Jon. :)
ResponderEliminar¡Me ha gustado mucho!
Me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarUn saludo y Feliz Navidad para tí y para tu familia.