jueves, 24 de marzo de 2016

Ser optimista



               El optimismo es un rasgo de personalidad que hace referencia a la capacidad de ver y vivir los acontecimientos de la vida de un modo positivo o lo que es lo mismo, ver la botella medio llena. 

             Esto no quiere decir ser ingenuos y pensar que la vida es de color rosa, no; esto quiere decir ser capaces de pensar que todo puede cambiar a mejor y que nada está perdido. Una actitud positiva ante los diferentes aspectos de nuestra vida nos ayuda a afrontarlos mejor y a encontrar soluciones constructivas, no destructivas. En este sentido, es importante ser conscientes de que no podemos encontrar la perfección, ya que no existe. Simplemente, tenemos que buscar la mejor manera de vivir con todo aquello que nos sucede. 

         Claro que es mucho más fácil decir “no seré capaz”, “esto no tiene solución”, y no hacer nada. Es mucho más fácil ser pesimista, quejarse y esperar que algo salga bien sin hacer nada para que las cosas salgan como deseamos, abandonar cuando a la primera no nos salen bien las cosas. Todo esto es mucho más fácil, pero nadie ha dicho que conseguir lo mejor sea fácil. 

             Hay personas que son optimistas de forma natural, y hay otras que no. 

         Todos tenemos la capacidad de aprender, e intentar dar una visión diferente a aquello que nos rodea, una visión más positiva, también se puede aprender.  

         Para iniciarse en el camino del optimismo es importante tener en cuenta una serie de factores:
·        Que cuando en nuestra cabeza aparezcan los fantasmas del “no se puede o no seré capaz”, frenemos el pensamiento y dejemos la mente en blanco. 

·        Saber que nada es eterno, que todo pasa y tiene un final, también las situaciones críticas y difíciles. 

·        Valorar todo lo positivo y bueno que hay en nuestra vida y en nosotros mismos (que seguro que son muchos), incluso las pequeñas cosas, puesto que nuestro mundo también está hecho a base de pequeños detalles. 

·        Darnos el derecho y el margen a equivocarnos. Nadie lo sabe todo de todo, y de los errores también se aprende y mucho. 

·        Ser flexibles ante aquello que no está en consonancia con nuestra forma de pensar o de ser, aceptando las diferencias. 

·        Ser capaces de ponernos en el lugar del otro. 

        Todo esto nos puede ayudar a ver la vida de manera diferente, más positiva, verla como una botella media llena, nunca medio vacía. 

             Además, el optimismo es un camino de salud, ya que estudios científicos han demostrado que personas optimistas padecen menos enfermedades, viven más años y también tienen unas relaciones sociales más saludables. Aunque solo sea por esto, podríamos intentar ser más positivos, ¿Qué os parece? 

         Texto escrito por la psicóloga Mónica García. 

           Cosecha mía: “Siempre positivo, nunca negativo”

         Saludos. 

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